Había un mundo donde todos buscaban ser perfectos, buscaban juventud y belleza, buscaban imitar el sol en unos cuartos azules, buscaban respirar aire fresco con unos aparatos blancos y ruidosos, buscaban la perfección en laboratorios.
Aparataron a los dioses de la creación de todo y comenzaban a crear su propio mundo, donde todo era cada vez como debía ser. Se olvidaron las sagradas escrituras, se olvidaron de la cultura, se olvidaron de la vida natural y recreaban un paraíso artificial, que era más entretenido que el mundo natural.
Donde podías conversar con un buzón mientras esperabas cruzar una calle, donde no tenías que acercarte a un árbol en busca de su sombra pues el árbol se acercaba a ti.
El mundo perfecto comenzaba a toar forma, una utopía que nadie pensó encontrar. Las enfermedades iban desapareciendo cada día, casi todo se solucionaba con una sola pastilla. La memoria no se perdía con el paso del tiempo, la memoria seguí y seguía pero olvidaba los tiempos de antes, cuando todos se levantaban con el cantar del gallo o el sol sobre sus caras, olvidaban como era el mundo antes de la tecnología, antes de la ciencia. Lo veían tan antiguo que no se daban cuenta que sólo unos años los separaban.
Y el hombre, en su ambición y egocentrismo, se creyó Dios, y fue castigado por el único ser que pudo crear tanto: el hombre mismo.
La tecnología que alguna vez utilizó quedó inservible pues no había nadie que pudiera utilizarla, el hombre que buscaba ser una máquina terminó siendo una suerte de mutuante biológico con funciones primarias. Algunos dirían que era el fin del mundo, pero habría que ver lo que pasaría más adelante.
1 comentarios:
Huxley... eso me recordó a Huxley y su "mundo feliz" al que siempre he sido alégrica.
El peligrosísimo juego de querer ser Dios, el deporte extremo por excelencia de la soberbia del hombre, o no??
Saludos!!
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