Algunos la usan de pretexto para pasar rápido la calle, pero ella lo sabe, sólo se siente usada y prefiere evitar el semáforo donde todos la toman de la mano para ser un objeto, ella camina en un mundo paralelo al nuestro, lo que para nosotros son 15 minutos para ella puede ser una hora.
Su destino es siempre el mismo, la casa de su hija, y su nieta, es pequeña pero no tanto para desprenderse de su madre sin problema. La hija de esa niña parece ser hija de la anciana desconocida, el padre de esa hija sale cuando las almas muertas aún andan por las calles, llega hasta que el sol está en lo más alto y puede acompañar a la anciana en la comodidad de su automóvil. Pero mientras, cada mañana hace ese viaje, la pobre anciana desconocida hacia la casa de su hija, donde cuida a su nieta.
Nadie parece conocer el amor filial más que ella, todos los días levantarse desde muy temprano para emprender ese viaje que a pesar de sus achaques aún sigue realizando, que a pesar de que el tiempo comienza a volverse lento no la detiene, a pesar de que ya no puede más, ella sigue.
Camina sin prisa porque aprendió a que el tiempo tiene diferentes caras, y ahora trata de entablar conexión con ella misma, ya no ve su sufrimiento sino busca la sonrisa en su nieta, no se mete en la vida de su hija o del esposo de su hija, porque antes así vivía: sin tiempo. Ahora que lo tiene el cuerpo ya no existe, es irónico ver cómo tienes algo y a la vez careces de otra cosa, parece que es el precio de crecer.
1 comentarios:
Hijole! y pensar que me quedan 20, tal vez 25 años para llegar a ser un anciano técnicamente y digo esto último por que seré un anciano-joven toda mi vida.
Un abrazo mi estimado Guerrero.
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