Y no me siento bien, hace mucho que me sentía bien pero no ahora.
Es cuando entiendes por qué algo cerró esa puerta, esa puerta que trae y deja entrar los fantasmas. Fantasmas que ahora no dan miedo pero siguen siendo igual de dolorosos que antes, incluso más. Porque con el tiempo cerraste esa puerta que por algo insignificante se abrió.
Ves que no es sólo una llave la que permitió abrirla, es el deseo perdido que logró colarse para hacer presión sobre lo que la cerradura tuviera. Y la sangre del alma se escapa por tus ojos mientras líneas virtuales intentan calmar ese dolor que hace mucho no vivías.
Es tan real...
Como un niño indefenso estás en medio de tu cuarto a punto de caer a la oscuridad desconocida y alguien habla como siempre de ti, buscas explicación y haces esa pregunta que no hacías hace tanto tiempo, esa pregunta mágica que no sabes si tendrá respuesta: ¿Por qué?
¿Por qué? y ¿por qué? y ¿por qué? se repite una y otra vez en una danza que no para llevándote a un espiral de desconocimiento y dolor. Y me preguntó por qué yo, por qué yo debo cargar con esa cruz.
Vendedor ambulante
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Mi vocabulario no viene de la educación formal
Hoy lo revolucionario radica en lo tradicional
Con tantos cambios se pierde tu individualidad
Las modas pasan...
Hace 3 semanas.
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