Leonardo no dudó en acercarse, sabiendo que ella pertenecía a una de las familias más acaudaladas de la ciudad pero la fortuna de su querida Helena no se comparaba con la de él, un joven heredero de una fortuna que era más grande de lo que todos podían calcular, pero que fue manejada con discreción por su familia durante años por, aunque era reconocido, nunca llegó a ser considerado el mejor.
Una mañana caminaba Helena por las calles del mercado, buscando con ayuda de su amiga algo de comer, no había nadie en casa y aunque tenía mayordomos para que estaban a disposición de ella nunca le gustó sentirse inútil, le gustaba hacer cosas por su cuenta. Aquella mañana caminaba libre de la presión de sus padres por dejar que otros hicieran su vida, compraba mientras se divertía con su amiga conociendo los barrios populares de la ciudad. Leonardo quien acompañado del destino caminaba en un paseo matutino para ver qué hacer más tarde la vio frente a frente.
El tiempo parecía detenerse, sus miradas se encontraron, la sangre de él parecía detenerse mientras y la cara de ella se llenó de rubor que la llenó de más vida si es que eso es posible.
Leonardo tomó iniciativa, un simple “hola” que fue correspondido, el mundo dejó de ser importante para los dos, a partir de ese momento el destino debería sentirse feliz pues había conseguido parte de su plan.
Con el tiempo comenzaron una relación, iban y venía, se veían protegidos por la oscuridad, cada noche él iba a su casa mientras ella se escapaba del balcón, sabían que los padres de Helena no aceptarían una relación con un solitario excéntrico, como lo veían todos en la ciudad a Leonardo. Sin padres ni hermanos vivía por su cuenta con su enorme fortuna que no gastaba para conseguir la aceptación que muchos habrían hecho.
El destino no había conspirado a su favor desde el inicio, como una broma cruel Leonardo se enteró de sus intenciones muy tarde. Una noche tormentosa de otoño Helena habría ido a casa de su familia, su padre había muerto y aunque no fue bienvenida en su propio hogar regresaba con Leonardo a seguir llorando sus pesares, su carruaje era el mejor de la ciudad pero aquella tormenta era tan agresiva que sólo se comparaba con la tormenta de cinco décadas atrás. Avanzaba a paso rápido sorteando los abismos y rutas que llevaban lejos de la ciudad, las cascadas que unas horas antes eran caminos de piedra ahora movían grandes rocas a mitad del camino.
El suelo de la cima de las montañas se ablandó mucho, dicen que eso fue la causa del derrumbe aunque algunos más sospechas de una conspiración hecha por la familia de Helena. Sólo se encontró parte del carruaje, ni siquiera el cochero se encontró, sólo su bota y un guante que lograron identificar sus familiares.
Leonardo buscó día y noche hasta que sus pies ya no podían andar, hasta que sus ojos ya cansados de ver lo que su mente quería se dieron por vencidos, hasta que su corazón parecía morir… Leonardo se sumergió en su mansión, ayudado por su mayordomo que era su único contacto con el mundo, nadie supo mucho de su vida y poco a poco fue olvidado.
Acto II
Sueños de pesadilla, un cuervo que cada noche le sacaba los ojos mientras los gritos de Helena lo despertaban de aquél dolor onírico para traerlo al dolor real de la muerte de su querida Helena. Leonardo se odiaba cada día más frente a su espejo, por eso los cubrió con pañuelos y cortinas negras que lo sumergían en una soledad buscada, y el sabor de la amargura tristeza lo hacía sentir vivo. No quería sentir nada más por ella, se había ido y sabía que no regresaría pero su necio corazón aún esperaba. Todos los caminos que tomará iban directo a la ilusión, aquél lado vacío de la cama o hacía pensar en el cruel descanso que el cuerpo frágil de Helena debió haber tenido, no había
Quería estar con ella, en el frío suelo pantanoso de alguna orilla rivereña, o en las oscuras y turbias aguas del mismo río que se atrevió a quitarle la vida a su amor, frío y muerto como su amada.
La muerte era sólo una pared que estaba cegando su vida, no había otra cosa más que la inmensa soledad nocturna que deambulaba por los rincones de la mansión acompañada de insomnio casi todas las noches, quería desmoronar esa pared invisible de muerte que lo rodeaba volando como ave de mal agüero desde aquél día.
Atormentado cada noche de tormenta pensando en su querida Helena y el día fatídico, odiaba a su alguna vez amado destino que los unió, encantado en las noches por su imaginación, la veía rondar por la escalera para perseguir la sombra de alguna rama o el crujir del viento pero el creía que su amor no estaba ciego, que veía más allá de la muerte. Hay un mundo tan grande como para que sólo Leonardo lo viviera sin su amada Helena. Una habitación para dos que ya no era suficiente para nadie.
“No estás solo” susurraba la voz de Helena en sus sueños, despertaba esperando ver su rostro pero sólo veía la fría oscuridad algunas veces rota por las luces marchitas de la ciudad lejana.
Habían pasado 308,106 minutos de su muerte… 5,136 horas de su muerte, 214 días… 7 meses… Pero nada importaba,
No soportaba más ese dolor y quería dejar de sufrir, por eso juró a los dioses estar a su lado, desafiarlos aunque tuviera que ir a buscarlos en la muerte.
Y así, mientras las rosas evaporaban el último perfume de su alma como lo hicieron con Helena las venas cortaba esperando la llegada de la muerte serena, esperando que nunca más dolor sintiera, mas el físico ahora comenzaba agobiar, pero pronto calmaría.
Y vestida de blanco en el fondo de la habitación veía a Helena llorando, con susurros a su amado que se acercaba a ella y con la luz de la luna siendo apagada esperaba la llegada de la señora lúgubre, la tristeza desaparecía mientras todo se extinguía, la luz de los ojos de helena comenzaba a brillas y sus labios su nombre susurrar “Leonardo… Leonardo…” no parecía decir más.
Y así fue como la muerte se acercaba pero cual es la mente del destino que quiere jugar, incluso en el final no se atreve a perder. Esperando el eterno tiempo final Leonardo comenzó a perderse en un viaje que ni los sueños son capaces de igualar, el final llegaba y los profundos ojos de Helena comenzaban a desaparecer, el final llegaba pero el destino quería jugar, de nuevo.
Acto III
Al abrir los ojos no supo dónde estaba, creyó ver entre la luz a Helena pero supo luego que era la ventana iluminada por el sol y atormentada su mente por los fantasmas descubrió rápido una silueta pensando en el cuervo vagabundo de sus sueños le gritó, y pronto la silueta cobró forma.
Por un momento se sintió en el paraíso, aquella mujer era helena, con sus labios finos y rojos que obligaban a cualquier ojo a ver, la piel tersa que buscaba protección en los brazos de Leonardo, aquellos ojos azules que lo miraban con ternura pero el cabello rojizo fue lo que lo regresó a la amargura, Simone era y nadie más, una desconocida que cuidaba mientras Leonardo recuperaba fuerzas, pronto se dio cuenta que la muerte era una traidora y que el destino quería humillarlo más. ¡Qué maldición cargará que hasta el último momento lo salva de acercarse a Helena!
Leonardo se debatía entre tantos mundos fantasiosos que era difícil decir en cuál vivía, en cuál dormía, en cuál comía, en cual pensaba… no había nada coherente, todo era borroso, pero sin embargo la presencia de Helena lo cuidaba, proyectada en la frágil Simone, aquél joven de nombre Leonardo no tenía problemas en acomodarse a la nueva situación, en varios momentos llamo a Simone sólo para verla y pensar en Helena más que por querer curar sus heridas.
Nunca había intercambiado más palabras que las de cortesía de saludo y para dar medicamentos y cambiar ropas, hasta un día que Leonardo pregunto – ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
No mucho - respondió Simone -. Creí que ya te habías ido en la noche anterior, reflexionó de forma pausada.
¿Por qué lo dices? ¿Ya me dieron de alta? – Pensó atónito Leonardo
No lo sé, pero el doctor dice que ya estás sano, que sólo estás gastando mi tiempo aquí – Dijo esto mientras Leonardo recordaba lo que era la calidez humana. – Aunque tu mayordomo ha estado aquí desde hace un par de días esperando que des la orden de irte.
¿Cómo llegué aquí?
¿No lo recuerdas? Tu mayordomo te encontró casi muerto en un charco de sangre, te trajo lo más rápido que pudo y por poco no te salvamos – Leonardo intentaba ver más allá de la bruma nocturna de su mente cuando Simone interrumpió – A todo esto… puedo saber ¿por qué lo hiciste?
Leonardo no dijo nada, comenzaba a recordar aquella noche, el dolor, la destrucción y la realidad que había visto y cómo podía explicárselo a ella, cómo podía pensar en arruinar su pura integridad con asuntos tan absurdos que ahora parecían…
No lo recuerdo… creo que alguien entró a mi casa – Dijo mintiendo
La tarde de ese día regresó a su casa, todo parecía congelado en el tiempo que esperaba su regreso para seguir adelante, aunque no lo necesitaba el doctor recomendó ayuda para realizar actividades comunes hasta que esté recuperado totalmente, sólo tenía cicatrices pero pueden abrirse si no se trata bien, dijo el doctor. El mayordomo decidió que podía contratara alguien que cuidará de Leonardo mientras él estuviera ausente.
Leonardo no dudó en aceptar eso y por supuesto, pedir a una persona especial tal labor.
Simone rechazó en un principio la idea pero después de pensar que su vida no estaba para rechazar trabajo aceptó, Leonardo no sabía si realmente necesitaba ser cuidado o estará lado de ella para seguir, sea cual fuere la causa estar a su lado lo hacía vivir de nuevo.
Simone se hospedaba en la habitación que estaba frente a la de Leonardo, por cualquier cosa que necesitaba, aunque él permanecía todo el día en su cuarto se movía de arriba abajo en él, llegó a recordar su gusto de ver por la ventana. Quizá era un pretexto para ver a Simone durante las mañanas que iba a recoger flores para alegrar el ambiente de la mansión, como decía cada vez que le preguntaba sobre las flores. Simone se hospedaba en la habitación que estaba frente a la de Leonardo, por cualquier cosa que necesitaba, aunque él permanecía todo el día en su cuarto se movía de arriba abajo en él, llegó a recordar su gusto de ver por la ventana. Quizá era un pretexto para ver a Simone durante las mañanas que iba a recoger flores para alegrar el ambiente de la mansión, como decía cada vez que le preguntaba sobre las flores.
Se dio cuenta que tener alguien cerca a él le ayudaba a volver a tiempos de vida, donde se sentía bien, donde parecía que el recuerdo de helena fuera un sueño distante. Simone parecía un ángel más que una persona, no sólo por su belleza sino porque había regresado a la vida aquella mansión y a Leonardo con ella. Cada ve que la veía parecía iluminar las habitaciones, parecía sentir que respiraba cerca de la fuente de la eternidad, se sentía con vida.
Pasó el tiempo, Leonardo mejoró, ya salía u caminaba por su mansión con Simone, compartían anécdotas de la ciudad y maravillaba a Simone con sus viajes a tierras extranjeras. Él comenzaba a dejar que la bruma ocupara sus dulces recuerdos y sepultaran a Helena, poco a poco comenzó a sentirse de nuevo vivo. Los espejos ya mostraban a un chico fuerte y con vida. Simone cada día parecía tener más belleza, más virtudes que conocer… Y así fue como Leonardo comenzaba a hacer las pases con el destino.
Leonardo no dormía pensando en los días que ocurrían, ya no eran fantasmas los que atormentaban sus sueños sino dulces recuerdos vestidos de ángel llamado Simone, las tardes donde se perseguían por el patio, las mañanas que despertaban juntos, las noches de charlas, una inquilina que ya parecía ser dueña de la mansión. Simone parecía haber llegado para quedarse.
Simone cayó en las manos del amor, no se percató cuándo ni cómo sucedió sólo se entregó a los brazos de Leonardo para vivir días felices y noches de canciones al ritmo de la Luna y aquella belleza que bajo la luz fría y sutil rivalizaba con la del Sol, aquella belleza que sólo los dioses podían tener era lo que por fin hizo tropezar a Leonardo, y ambos cayeron en un mundo sobrecogidos por ellos mismos. Y así en algún momento fugaz iniciaron un amor que al igual que el tiempo, no se puede describir, así como la rapidez llegó a tocar las puertas de su corazón las palabras quedarían cortas para tan expresión.
Acto V
Y una noche de tranquilidad, inquieta entre sábanas Simone esperó que el insomnio desapareciera, nada podía molestarla esa noche pero alguna razón su sueño fue perturbado. Helena susurró una sola vez Leonardo, aunque Simone no entendió y no intentó tomar importancia el día siguiente dolería como ningún otro.
Ayer hablaste dormido – Mencionó mientras Leonardo se sentaba a esperar el desayuno -, no sabía que hacías eso
Bueno… ni yo, es una gran sorpresa. Y qué dije- Preguntó intrigado
Nada importante – respondió Simone algo nostálgica – Palabras sin sentido… pero mencionaste un nombre ahora que lo preguntas, recuerdo que era como “Helena”… - Leonardo se paralizó al escuchar ese nombre de la boca de Simone, y ella presionó – ¿Te suena familiar?
Leonardo no sabía qué responder, así que dejó su mente divagar como otras ocasiones, Simone sabía que había entrado en los profundo de su mente a un recuerdo quizá incómodo así que pasó en silencio a la mesa intentando cambiar el turbio aire que se convirtió esa mañana el comedor.
Ella está muerta para mí- respondió reprimiendo mucha ira Leonardo -. No reviviré fantasmas del pasado que ya no existen. Volteaba la mirada a Simone como intentando detener una mano psíquica que avanzaba a su mente para juzgarlo y conocer.
¿Qué? – Miró a Leonardo sabiendo que algo estaba por ocurrir, algo malo - ¿Estás bien?
Otros amigos se han ido antes; mañana él también me dejará, como me abandonaron mis esperanzas – dijo Leonardo, recordando el cuervo que lo visitaba cada noche hasta que conoció a Simone – Una vez me dijiste que quería saber más de mí… Sí, respondió Simone.- Pues ahora puedo contarte un secreto que me atormenta desde la noche que me conociste. ¿Alguna vez leíste la carta que me mostraste el último día en el hospital?
No –respondió Simone cuestionándose a sí misma por qué no lo había hecho
Era una carta dedicada a un viejo amor, ¿nunca has tenido un viejo amor que te atormenta cada noche en los sueños? –Confesó Leonardo mientras intentaba una parte de él desviar la atención a la realidad – Era ella lo que tú eres para mí ahora… era mi oasis en medio del desierto de la vida, cuando comenzaba a abandonar todas las esperanzas llegó a mi vida para cautivarme, pero se fue y su memoria sigue roñando los pasillos de esta mansión
¿A qué te refieres? – Preguntó Simone no sabiendo lo que interesaba más, descubrir la verdad o saber qué demonio perseguía a su aún amado.
Helena salió una noche a conocer sus penas, pero nunca regresó… - Leonardo comenzó a sentirla espina en el ojo que hace mucho no sentía, la verdad comenzaría a salir. – Dicen que la tormenta de esa noche tiró el carruaje al río mientras sus aguas alguna vez tranquilas la llevaron a mundos desconocidos donde nunca más será rescatada…. Pero juro que intenté, busqué día y noche hasta que mi débil cuerpo de barro animado me traicionó.
Creí que ella era todo, ella era capaz de destruir mis principios, mis creencias, lo que creí nada ni nadie podría tocar. Una vez creí que dominaba el mundo a su lado porque me daba poder para creerlo. Y aquella oscura y tormentosa noche me despertó un grito proveniente del río, creí que eran los rayos jugando con fantasmas, no hice caso a esa voz pero sé que era Helena pidiendo ayuda…
Tal vez era tu mente confundida…
¡No! – Interrumpió abruptamente Leonardo - ¡Era ella pidiéndome ayuda! ¡Era ella! No hice nada –comenzaba a llorar Leonardo lamentándose mientras Simone no sabía qué hacer hasta que retomó el relato Leonardo – Dime qué puedes hacer cuando las memorias de tu mente se cubren con un solo nombre, con una sola mirada… ¿Qué me hizo creer que eras ella?
Y Simone descubrió la verdad, no la amaba como Simone, la amaba como Helena, quizá esa noche había descubierto que realmente Simone era la que dormía en su cama por eso pedía a gritos volver con Helena, sabía que ese nombre no era uno cualquiera, era la de su amante muerta que proyectaba en vida con Simone. Pero no tenía idea de que fuera tan fuerte la huella que había dejado en Leonardo. Trato de explicarte lo mejor que puedo, no quiero lastimarte pero creo que ya lo he hecho, siento que todo lo que siento por ti es la fachada de la realidad que se llevó Helen, no puedo amarte como tú lo haces es pedirle a un ciego que vea en medio de la oscuridad, por favor, perdóname, no necesitaba mucho para ver la realidad, sólo un pequeño soplo para caer en el abismo que me viene atando.
Y Simone entendió pero no cedió – Te amé como nadie más, entenderé tu dolor si te llego a perder y por eso no lo haré, déjame demostrarte que puedo ser como Helena, incluso mejor – Dijo esto mientras le acariciaba su cara y secaba sus lágrimas. – No – respondió Leonardo apartándose de la mesa y de Simone – Nunca podrás sustituirla, ni tú ni nadie… por favor no quiero lastimarte más, creo que he hecho un daño que aún no entiendo, abandóname y olvídame, muchos estarán pensando en ti, sólo date la oportunidad de ver más allá, muchos serán felices a tu lado y tú a lado de ellos pero conmigo no, eres demasiado parecida a Helena para que te haga daño… Tal vez algún día nos volvamos a ver… debieron dejarme ir esa noche… Creí que podía encontrar un rastro de ella en ti, Simone, pero me equivoqué no sé si encontré a ella en ti o una persona muy diferente que tiene una esencia de ella. En algún momento la encontraré, si te encontré a ti puedo seguir buscando, llegaste como un ángel y me salvaste eso quiere decir que si la busco pudo encontrarla – los ojos de Leonardo encendidos por el nuevo descubrimiento que su mente había hecho – Y cuándo ya no haya que buscar, ¿qué vas a hacer? – Cuestionó Simone – Helena está muerta, persigues una sombra inexistente, nada puede ni podrá traerá de vuelta,
Si sabes esto entonces no finjas que te estaré amando de ahora en más – dijo severamente Leonardo- Moriré el día que admita que se fue porque sigue aquí, no encontraron nada, tal vez está perdida o durmiendo en la cama de algún hospital lejano que aún no he ido. Déjame ahora y para siempre, déjame, he ido muy lejos para comenzar de nuevo, y menos contigo…
No puedes decir eso, te salvé la vida y encontré mucho más que un hombre solitario que quería morir, Leonardo tú necesitas a una persona viva para seguir no el recuerdo de un pasado, deja de vivir en el pasado, vive el presente antes de que mueras sin saber cómo.
Y Leonardo salió corriendo fuera de la mansión hasta perderse en los bosques cercanos, Simone no pudo seguir su pasó y el llanto la inundó, no quería sufrir pero estaba pasando, algo que parecía tan irreal que no entendía cómo ni por qué tan rápido ocurrió todo.
La noche llegó, y otra página debía ser escrita aunque no sabía cómo iba a empezar y menos cómo terminaría.
Acto VI
¿Por qué me siento así? – cuestionaba la mente de Simone sabiendo que debía irse de ahí y seguir su vida – En este mundo tan grande cómo el amor me hizo llegar a ti, cómo es que todos los caminos que tomé evitando ser lastimada de nuevo me llevaron a ti, cómo es que el destino veía mis cartas… ¿podrá hacerme regresar por donde vine? Algún día, quizá…
No quiero que esto se vuelva un sueño nada más – La ambivalencia comenzaba a presentarse en ella, tardó un poco – Le dediqué todo mi amor y así me lo paga, creo que no me merece, debo irme de aquí para que seas una amarga pesadilla.
Aunque sé que estaremos juntos al final, sólo debo esperar un momento más, porque fuiste hecho para mí Leonardo, de alguna manera sé que estarás aquí.
Luche contra tus miedos, contra antiguos fantasmas y los vencí al principio, no tuve que esforzarme, y así es como me pagó, perdiéndose en la mitad del bosque si saber nada de él… ahora mis propios miedos dan vuelta sobre mí, una y otra vez y no está para luchar contra ellos o apoyarme, espero que haya encontrado a su querida muerta y se lo haya llevado a la tumba.
He encontrado un mundo extraño dentro de mí – pensaba Leonardo caminando sin rumbo aún, aunque ya había dejado de correr hace mucho tiempo todavía huía de lo que ocurrió horas antes-, encontré la vida en medio de la oscuridad cuando creí que no volvería a ver… quizá deba darle otra oportunidad a Simone, quizá mi ciego amor es una dramatización.
Pero la impresión de alguien no puede reprimirse, siempre estará ahí aunque intentemos olvidarla, Simone nunca sustituirá a Helena y sólo harán de esta vida una pelea.
No puedes limpiar las heridas que abriste, no puedes olvidar y ni siquiera se te ocurra desear que esto sea un sueño porque no lo es, el destino está escrito.
Pero a su lado la vida ardí dentro de mí, no quiero volver a sentir el frío de la soledad y la angustia que me atormenta, quiero que sobreviva a esto y quiero ser yo quien muera por ti Simone, porque no soportaría otra pérdida.
Y entre ambivalencia ambos llegaron a una conclusión. Él iba a dejarla ir y su destino sería un infortunio, ella lucharía hasta el final.
Acto VII
Ambos frente a frente por lo que esperaba fuera la primera y última noche, el inicio de algo y el final de otra cosa,
Baila conmigo por última vez – Dijo Leonardo rompiendo el silencio – Esta será nuestra última luz ates de partir en la oscuridad.
Pero me perderé y por eso no soltaré la llama que aún sigue- Respondió Simone.
Y así es como Simone quería darle a entender que su amor por él todavía se mantenía, que debía darse la oportunidad de querer. Dejando seducirse por los brazos de Simone entraron en el último baile que no sabía cómo terminaría, de un lado al otro de una habitación improvisada como salón, el aire se llenó de los perfumes que Helena usó, las ropas suaves de seda que tenia Simone parecía estar frente a Helena, su mente no pronunció su nombre pero sabía quién era en realidad pero se dejó llevar por la ilusión, los ángeles parecían cantar en aquél momento en que la Luna llena y blanca iluminaba por fuera y dentro la habitación sólo corrompida por la luz amarilla de pequeñas velas en la habitación.
En medio de su amor creció la mentira que ahora parece separarlos pero unirlos a la vez, él dejó una huella en ella pero con una herida a su espalda que no veía aún, la había manchado de negro a la persona alguna vez pura, su alma inocente había crecido en un mundo de felicidad hasta que lo conoció, a él y a su mentira, ahora no entendía cómo pasará todo esto, pero sabía que aunque siguieran caminando más se alejarían incluso si sus caminos fueran iguales debían separarse.
Y esta última noche juntos donde sus cuerpos bailan por última vez encontraron que lo surrealista de la vida era lo que seguiría a partir de ese momento, no saben bien cómo es que las cosas llegaron a eso, no saben bien cómo es que se conocieron ni por qué se unieron, no saben bien en qué momento se escribió ese destino, pero tan irreal como fue si fue el amor y así seguirá.
Y a mitad de la noche Leonardo se fue para no volver a la cas que ahora le pertenecía a Simone porque sabía que si no se iba ella no lo dejaría, no era una chica obsesionada sólo una chica enamorada que dio todo de ella para ayudarlo y no fue suficiente lo que le ofreció, él era el perdido.
Acto VIII
El alma de Simone se cubrió de negro por primera vez en su vida, sin su amor a su lado los sueños rotos eran lo único que la ocupaba. En las sombras de su nuevo hogar se sentía segura, aunque llorando la pérdida de su amado Simone se sobrepondría, esperaba, mientras el tiempo transcurriera silenciosamente y ella lo recordara no habría nada que pudiera detener la esperanza que algún día volvería con él. No quería quedarse ahí porque no pertenecía a es lugar pero le hacía recordar tanto que si se iba sentía morirse y aferrada a la última esperanza de ver a Leonardo una vez más se quedó entre las sombras iluminando para que volviera.
Los meses pasaron y Simone sentía frío, pero no estaba perdida sólo necesitaba compañía que esperaba encontrar un día… incluso la muerte podría ser una buena compañía.
Leonardo despertando de sus sueños sabía quién era ese cuervo que le sacaba los ojos algunas noches y otras o cuidaba de intrusos, no era más que un residuo de la querida Helena, luchando en su mente por los cambios porque no quería ver que Helena había partido hace mucho.
Pero ahora en medio de la soledad del bosque podía terminar lo que inició una noche y rogaba porque Helena lo perdonase mientras que Simone encontrara una persona que de verdad la quisiera y no siguiera los pasos que el empezó.
No tiene lugar a dónde ir pero no puede quedarse ahí, quizá en los brazos de la muerte pueda sentir de nuevo a su amada y vivir lo que en vida le quitaron, quería que todo le mostrara la verdad aunque fueran mentiras. Y así es como volvió a sentir que las sombras se cernían en él ara llevarlo a un lugar donde esperaría, sin más final que el ser encontrado por alguna persona días después.
En el último aliento de Leonardo Simone vio su sombra rondando su mansión (o su cabeza) pero no aceptaba la idea que también se fuera de este mundo para perseguir un sueño etéreo de Helena. Simone quería a su Leonardo de vuelta aunque eso significara profanar el descanso eterno de su amor
Siempre estaré aquí contigo, mi amor, incluso en la muerte.
Incluso en la muerte su amor continúa y Simone por fin se atrevió a preguntarle al cuervo de sus sueños si alguna vez Leonardo lo abandonaría y el cuervo dijo nunca más.
Notas:
La historia estña basada en el poema de El cuervo de Poe, trata de proyectar la misma esencia que el poema, una devoción que parece obsesión y un final que no se sabe biene el destino, un deseo perverso de olvidar pero recordar, aferrarsea a alguien y no soltarlo ni siquiera en la muerte. Algunos elementos fueron tomados del propio poema.
Los personajes basados en un mundo irreal a excepción de Helena que es alguien real (y no está relacionada directamente con el poema del mismo nombre del mismo autor), Simone fue un nombre escogido al azar de una cantante y Leonardo fue el nombre de unos d emis contactos en el chat que casualmente se conecto cuando buscaba el nombre para el protagonista.
Hay algunos cortes absuptos pero es que tuve que me ganaron las prisas y tuve que cortar parte del relato para que no fuera tan largo, el original (que no hay mucha diferencia) lo subiré luego que encuentre una forma de subirlo directamente del archivo (faltas de ortografía reclamarle a mi computadora no a mis dedos ja).
Inspirado en un intento de novela baratona que ocurrió hace mucho.
Me gustó hacer una historia diferente a las que venía haciendo por lo menos en blogger, si no les gustó no me digan jaja
6 comentarios:
No sé por qué cambió de letra pero no pude moverle, el HTML estaba raro y no me quise arriesgar...
*O* Precioso!!! Ya pronto terminaré mi tributo y o subiré... ojalá sea antes de medianoche porque acabo de recordar... Hoy en Baltimore se lleva a cabo un rito muy extraño en su tumba y no me lo pienso perder :) (no sé cómo lo veré, pero el Internet es poderoso).
Al menos este cuento tuvo final feliz, a diferencia del poema original uy.
Aun que no haya leido todo los actos, se que Poe es talentoso! Y aun que, lo hayas hecho a prisas, se ve completo. Animos! saludos Guerrero (:
Ojalá no tardes en subir el original.
Una buena historia. Saludos.
ay, te acordas de mi? (mas te vale) jaja volvii! :P por lo qu veo en esta publicacion cambiaste un poco el rumbo del as cosas qe solias escribir.. uff me perdi de tanto, no? jaja ya me voy a poner al dia con tu blog :D con respecto a esto me gusta pero siendo sincera no lo lei todo, no porqe no me guste, sino porqe es bastante y me duelen los ojos estando tan atenta a la lectura en la computadora.. entonces lo voy a leer de a partes, te parece bien? llegue al tercer acto..espero qe me des tiempo de poder terminar de leerlo antes de subir otra cosa asi te puedo comentar..y sino bueno que se yo, es tu blog jaja.. bue, nos vemos :D mas tarde sigo =)
wow! gabO oseaa! te quedo genial el cuervo de poe es muy bueno... un gran reto eh? jaja pero te quedo fantastico! :) felicidadess
tee quiero!
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