Mi dieta se fue caminando, indignada y resoplando, pero madre mía, me dije, si ella está de tan mal humor sería descortés intentar detenerla, mejor le digo que la puerta no la podrá abrir sin llave pero que cierre bien, no quiero que vuelva durante los próximos días.
Me dormí bajo tierra, no recuerdo la forma o el color ya que todo era oscuridad.
Cuando salió la luz del sol yo era frágil, pasaron decenas de lunas antes de entender que el mundo anda más lento de lo que yo aprendo.
Pasaron mil vidas sobre mí antes de comprender que yo era un árbol, y nadie me lo dijo.
Lejos del mundo encontré un pez, que nadaba en busca de una mano amiga.
Le dije
- "Pero pecesito, tú no tienes manos, nunca podrás tener una mano amiga."
Él me respondió:
- "Bueno... Tú si tienes, incluso dos manos, y yo un corazón."
Desde entonces nadamos juntos, yo salgo a respirar de vez en cuando, siempre nadando juntos.
Le ofrezco un reino para el que lo recorra conmigo.
Ciento cuarenta y ocho diamantes, sesenta zafiros y doscientas esmeraldas para quien adorne mis ideas.
Entrego un castillo con fantasmas de memorias olvidadas para que logre pasar una noche en mi mente.Prometo cuidar un secreto que ni la muerte conocerá.
Juro llamar amor mío al que no me haga daño.
Garantizo mil risas de cristal amarillo cuando la luna llena brille en las noches azules.
Ofrezco mi alma inmortal como garantía si no he de cumplir las condiciones, y aquél que no cumpla será desterrado más allá de las mazmorras del olvido.
Antes que los dioses despertaran, me encontré a mí mismo, en esencia, descubriendo los cimientos del mundo.
Me percaté de la necesidad de que todo esté en el orden correcto, no es un trabajo de algún obsesivo-compulsivo, es que todos ocupamos el lugar que ocupamos para alguna razón y por algún motivo.
Algunas vidas son efímeras para hacernos sentir, algunas dudas son eternas para nunca descansar, algunas personas pasan a la historia por casualidad, algunas personas aparecen por un momento vital, algunas sonrisas jamás ven la luz del sol para no incomodar, y algunas lágrimas nocturnas limpian el alma.
Es así que me presenté a los dioses, a su despertar, con miedo, inseguridad, ansiedad, temblores en el cuerpo y ganas de llorar, pero más que nada una gran curiosidad, y acepté la enorme tarea de existir en el plano que no son las ideas.
Antes existía sin pensar, ahora tengo hambre, sueño, sed...
Los dioses no abandonan al que elige seguir andando, pero ¿quién puede caminar nuestro propio camino si no usamos nuestras piernas?
Desperté a todos los dioses y acepté la misión indefinida. A veces quiero abandonar, no estaba preparado para esto. Pero aquí sigo, imaginando cómo pudo haber comenzado todo...
Montevideo salvaje, que remonta tu brazos.
Roma eterna cual perfume tras tu andar.
Tokio eléctrico, sobre mi piel aislante.
Moscú oculta como tus manos bajo mi ropa.
Venecia ahoga las penas con mantequilla,
en Toronto comiendo letras, migajas y cantos
porque Guanajuato deja el recuerdo de las grandes memorias.
De tierra albina como Noruega, a tierra colorada de Sudáfrica.
Entre viajeros conocidos, sombras extrañas y universos chinos.
Desde Oaxaca a un rumbo desconocido, me pregunto, oh me pregunto, a qué lugar escondido he de buscar un corazón oculto.