Entre la noche y el día, siempre me quedo en el borde. En la frontera de tu presencia, en la bienvenida de tus palabras pero fuera de todo lo demás.
No me bastarán tus buenos deseos porque una persona rota está perdida para siempre.
Quizá valga escupir palabras bonitas, de esas que aún me quedan, para sanar los surcos que las lágrimas dejaron.
Así continua todo, así es la vida, dicen.
Nnca tendremos certeza. Siempre habrá más momentos para despedirse.
Los momentos no se terminan, se interrumpen.
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