Montevideo salvaje, que remonta tu brazos.
Roma eterna cual perfume tras tu andar.
Tokio eléctrico, sobre mi piel aislante.
Moscú oculta como tus manos bajo mi ropa.
Venecia ahoga las penas con mantequilla,
en Toronto comiendo letras, migajas y cantos
porque Guanajuato deja el recuerdo de las grandes memorias.
De tierra albina como Noruega, a tierra colorada de Sudáfrica.
Entre viajeros conocidos, sombras extrañas y universos chinos.
Desde Oaxaca a un rumbo desconocido, me pregunto, oh me pregunto, a qué lugar escondido he de buscar un corazón oculto.
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