Los sueños son tan extraños como enigmáticos así que muchas explicaciones racionales quedaron a cuenta de la consciencia, lo que no es sólo fantasía inconsciente.
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En una época no tan remota que sólo podría parecer hecha por una
realidad alternativa surge un nuevo muchacho luchando por graduarse en
medicina, iba a tomarse unas fotos para su graduación que no eran necesarias
pero algo le dijo que acudiera. La medicina no era lo que buscaba estaba tras
la psiquiatría y él estaba emocionado por ello porque ya conocía de sobra ese
campo.
Mientras iba a su destino se despidió de su padre que se dirigía a comer
y bajo una ligera lluvia caminaba sin prisa pero su progenitor no se decidía
dónde comer decidió alcanzarlo y andar junto a él para buscar otro lugar cerca
del destino banal del muchacho.
-Ve a comer en los tacos que están junto a las fotos- le dijo el
muchacho a su padre.
El aceptó y siguieron su camino en silencio, ambos pensando en apurarse
para que la lluvia no los afectase mucho.
Caminaban y ambos escucharon una puerta vecina abrirse, sin mucho interés
de parte del muchacho pues en esa casa vivía alguien que no le agradaba mucho.
Siguió su camino y llego a una vieja casa sin la pared frontal, ya abandonada
hace mucho que se animaron a atravesar porque en ella estaba en esos momentos
una vieja amiga del chico, Paola, que hace mucho tiempo no veía pero tenía un
viejo cuaderno de el donde habían quedado escritas historias de un pasado que
recordaría de diferente manera cuando las leyera.
La casa la había visto pero nunca le había interesado, una casa vieja de
lamina que apenas podía sostenerse, dentro estaba ella y su familia, el
muchacho pensó en saludarla pero el padre de esta chica era un hombre muy rudo
que no permitía un saludo ni siquiera en la mejilla hacia su hija así que todo
quedó en un apretón de manos, el muchacho no insistió sabiendo su mal carácter
del padre y que previamente había visto esa mirada de incomodidad en Paola.
Alguna vez compartieron un poco de su vida ella y el muchacho, pero nada
importante como para que sus familias se conocieran entre ellos así que el
muchacho presentó a su padre ante ella.
Su padre se dio cuenta que eran viejos conocidos y tardarían mucho en
salir de esa choza a la que solo habían llegado cuando vieron a la chica
saludarlos con su familia esperando dentro que parase un poco la lluvia, que no
era fuerte pero si una molesta compañía en la calle.
En ese momento el padre decidió irse a comer pues toda la mañana y lo
que iba de la tarde su estómago rugía con voracidad, el chico se despidió de él
sin darse cuenta de lo ilusorio de la situación.
Estaban en medio de una choza que hace mucho había sido lugar de alguien
pero le habían abierto ahora la mitad de la pared y cualquiera podía entrar,
era una casa pequeña del largo de un autobús pero con algo más de profundidad
porque la casa parecía un rectángulo simple y llano, atrás de esa choza un
patio verde y bien cuidado, seguramente la lluvia ayudaba a ese color. Dentro
de la casa todo olía a humedad y polvo, varios sillones cubiertos por el polvo
y muy usados se arrumbaban al centro de un cuarto que era amplio, y una mesa
metálica que en un momento lució un color blanco radiante ahora no era más que
una masa oxidada aún presente. En otros cuartos de la casa había una especie de
cocina abandonada y al fondo otra pequeña habitación que el muchacho no supo
qué y no se preocupó en ver ya que su atención se dirigía a Paola y su familia
que lo reconocían pero no lo dejaban en confianza.
Ellos siguieron hablando de sus vidas aunque no había mucho de qué
hablar pues desde que se separaron hace casi 5 años habían mantenido un
contacto esporádico, ella con un hijo y con su ahora esposo, que le informó que
se encontraba en casa de sus suegros con su hijo, vivían no muy lejos de donde
había vivido ella con sus padres, ella trabajaba en un mini súper y su esposo
ayudaba en el negocio de su familia sin recordar qué hacía. No había mucho que
decir sólo recordar cosas. Como las del muchacho que había terminado con su
novia no hace mucho tiempo, ambos lo decidieron, ella se iba a una comunidad a
trabajar y luego iba a la gran ciudad
para sus estudios, mientras él iba a ir a otra ciudad para sus estudios y decidieron
separarse en los mejores términos posibles si es que se puede, para que toda su
historia quedara como un sueño del cual no quieres irte pero sabes que no
puedes volver.
Mientras hablaban Paola sacó algo de su bolso y se lo dio al muchacho.
-Carlos, creo que esto es tuyo,
lamento dártelo apenas pero no lo encontraba, creí q lo había perdido-. El
muchacho lo tomó y abrió con cuidado para encontrar un cuaderno con varias
palabras de apoyo de parte de sus antiguos compañeros cuando estudiaban juntos
en una nota vio cómo le compartía algunas de sus ideas y expectativas de él, no
era famoso en sus clases pero sí muy querido, ella se había quedado con ese
cuaderno sin razón desde hace 5 años y él lo quería desde entonces.
-¿Por qué tardaste tanto?- preguntó el muchacho sin estar seguro de querer escuchar la respuesta.
- Es una larga historia- se limitó
a decir la chica sin dejar de verlo con sus ojos negros que se veían más
grandes por el aumento de esos lentes mientras se acomodaba el cabello
ondulante tras la oreja.
El muchacho no se daba cuenta de la situación surrealista que ocurría.
Cuando Paola elegía las palabras para explicar la historia atrás de
ellos apareció otro chico el cual se fue a saludar la chica discretamente, pues
su padre no perdonaría que se aventara a sus brazos aunque sea un saludo de
amistad después de tantos años sin verlo, como casi no la perdona después de su
embarazo.
Carlos conocía quién era el muchacho, estudiaron juntos pero nunca se
llevaron, vivían a menos de una cuadra pero nunca se hablaban, era el muchacho
en cuya casa pasó junto a su padre y escuchaba sin mucho interés la puerta
pareciendo abrirse a sus espaldas, y cuyo interés del muchacho se mostraba de
la misma forma apagado que ahora. No saludo al chico, decidió abrir su libro y
ver los viejos recuerdos que tenía.
En el momento en que iba a abrir el libro una mujer entrada en edad
llegó, interrumpiendo la atención de todos por la compañía que llevaba.
Todos voltearon a ver a la mujer vestida con una bata blanca y
pantalones mostaza que no eran más que un complemento sencillo de su imagen,
llevaba lentes y de cabello alborotado que originalmente era color claro pero
el tinte rubio se había encargado de aclararlo de un modo poco natural pero sin
importar mucho pues no se veía mal contrastando su tono de piel blanca.
La mujer exclamó con energía
- ¿Qué están haciendo todos
ustedes aquí? - mientras se miraron entre ellos al darse cuenta que estaban
en una casa que creían abandonada y hace poco el gobierno decidió que no podía
seguir clausurada porque había muchas quejas de los vecinos sobre el mal olor y
la imagen negativa en el barrio, así que iban a demolerla y adaptar el terreno
como un pequeño atajo seguro al otro lado de la manzana para no dar toda la
vuelta.
Nadie dijo nada pero no hacía falta porque la compañía de ésta mujer
interrumpió con una serie de movimientos extraños y gritos intentando alejar a
sus "visitantes".
Ella lo tomo del brazo y lo dirigió a otras personas igualmente vestidas
de blanco que Carlos no lograba ver. La compañía de la mujer era un señor ya
grande aunque de apariencia descuidada que dificultaba calcular su edad, de
aproximadamente 1.80 de estatura, delgado, casi anémico, pero que se veía más
flexible que los mismos muchachos ahí, la juventud no parecía abandonarle en la
movilidad aunque en su aspecto lo había dejado hace mucho, el cabello gris y
blanco, a medio caer dejaban evidencia de ello, un cabello mas alborotado que
el de la mujer.
Carlos entendió lo que pasaba, ella era parte de las brigadas de
atención psicológica pública que habían venido a llevarse a este señor que
parecía un vagabundo, y seguramente vivía en el lugar que estaban ocupando
antes de la demolición, lo encontraron y se lo llevaron.
Esa misma mañana habían llegado hombres con martillos a derribar la
pared por la que habían entrado todos, y seguramente encontraron a este hombre
que se puso agresivo con ellos, por eso llego equipo especializado.
La mujer regresó y les explico quién era, el muchacho no se había
equivocado, les dijo que debían irse menos los tres viejos compañeros que se
reunían ahora.
La familia de la muchacha salió a empujones de la mujer de bata blanca.
Los chicos se miraban entre ellos sin seguir percibiendo lo irreal de la situación
pues todo era tan extraño que Carlos no había puesto atención más que en su
cuaderno.
Ella los hizo entrar al fondo de la habitación grande donde había
sillones y notó la existencia de una ventana cuya vista verde daba al patio
trasero, y a un edificio cuya fachada sólo veía cuando se dirigía a la parada
de autobuses.
El no entendía que pasaba mientras sus ex compañeros se preguntaban y hacían
suposiciones en voz alta sobre lo que pasaba Carlos estaba enajenado con el cuaderno,
quería leerlo por alguna extraña razón.
La mujer se acercó a ellos y les dijo que no se movieran, que tenía una
sorpresa para ellos.
1 comentarios:
¿Y te quedaste a medias, dices?
Oh, cortón. Como le sucedió a Colerige.
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