La aún princesa tenía un sólo tesoro, su anillo dorado que ostentaba una esmeralda, aquél símbolo de su pueblo y reflejo de sus ojos. En unos días su boda de consumaría, junto a su amado.
Podría narrar su gran historia de amor puro y verdadero, podría comentar la trágica pérdida de su padre de pequeña y la terrible vida junto a su madrastra, podría describir con detalle cuando ella tuvo que huir de su reino por la ambición de su madrastra así como la forma en que el amor de su padre conservado en la esmeralda la dirigió por el Valle Prohibido hasta las lejanas tierras Siempre Azul. Podría decirles cuando enfrentó a los gigantes de las montañas, y cómo fue que conoció a sus inseparables amigos en aquella campaña.
Podría contar los ahora diluidos días de soledad en las colinas de vuelta a su reino, el gran dolor al ver su reinado convertido en una mazmorra. E incluso podría decir con gran detalle la llegada del príncipe, del ahora su gran amor, al enfrentar a su madrastra y el ejército de pesadilla que invadió su reino.
Nada de eso vale la pena ahora, porque nada de eso pudo ser logrado sin la ayuda de su anillo, de ese símbolo de amor y fuerza que ahora había extraviado en el jardín principal.
Buscó junto con sus amigos de batalla y ahora amigos de paz en todos lados... Nada.
Tímidamente un sapo se acercó, un sapo que apenas podía brincar y nunca se había atrevido si quiera a croar en presencia de la realeza. Aquél sapo que la acompañó en su última travesía llena de angustia, afuera del jardín principal.
Le comentó que mientras se acercaba a escuchar cómo iban los preparativos vio que el pequeño arroyo que corre dentro del castillo arrastró un objeto tan bello como aquella princesa, en esa gema vio los ojos de la futura reina por lo que rápidamente se dirigió a sus pies.
La princesa encontró su anillo, lo tomó y antes de colocárselo le dio un beso al sapo, un sapo que no era bien parecido y que en ese momento fue tocado por el mismo cielo, aquel sapo andrajoso que todos odian fue besado por la mujer más hermosa del reino, es obvio que nadie creería su historia por lo que sólo él y el viento conocerían ese momento. La princesa se alejó mientras colocaba su anillo y dejó al sapo soñando.
Todo lo que se sabe es que la princesa no llegó al día de su boda, cayó fulminada esa misma noche bajo la melancolía de la luna. El sapo después sería llamado por la taxonomía Phyllobates terribilis.
Vendedor ambulante
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Mi vocabulario no viene de la educación formal
Hoy lo revolucionario radica en lo tradicional
Con tantos cambios se pierde tu individualidad
Las modas pasan...
Hace 2 semanas.
1 comentarios:
Era uno de esos sapos venenosos.
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