De desayunos desagradables.

Y no es porque sea fresa que piense que la comida de bajo costo sea para nacos muertos de hambre, sólo que si hay algo que me desagrada es el huevo, con lo que sea pero lo detesto.
Puedo comerlo por cortesía, pero un mundo sin huevo sería lo mejor para mí (por eso me pongo a jugar con sus cadáveres... luego les cuento)

Y es que espero despertarme con una rebanada de pizza, con unos tacos, con algo que realmente sepa bien no con algo que aporte colesterol bueno o malo, a las 6 de la mañana no me interesa si algo es saludable o no, estoy lo suficientemente dormido como para importarme poco eso, lo que quiero es tener una mañana agradable antes de ir a la escuela.
Y por mañana agradable no pienso en unos huevos con papas... por lo menos tiene papas y es solo.

Recuerdo a mi hermano mayor cuando éramos niños, hace unos 12 años quizá (que viejo me hace sentir esto, snif) y a él le gustaba mucho el huevo, siempre tenía aliento a hueco y cuando peleábamos era lo único que olía, más que en esos momentos estaba a punto de golpearlo y eso sólo aumentaba mi desagrado.

Nunca me ha gustado el olor a huevo, su sabor, su textura... no lo odio pero si no existiera no me importaría, maldita evolución el día que se le ocurre inventar las gallinas.
Pero eso no importa, quiero levantarme un día y no tener que comer (en promedio una vez a la semana) un plato de huevo con papas, es la cosa más desagradable que puede pasarte por la mañana, y miren que hay mucho, como bañarte con agua fría a las 5 y media cuando andas a 10 grados, quedarte sin agua a mitad de la ducha y estás todo enjabonado, casi caerte de las escaleras por llevar una rata de laboratorio a la escuela y no ver los escalones y por si fuera poco ir a oscuras, recordar que no hiciste una tarea... hay cosas malas que pueden pasar, pero comer huevo es algo que no tiene comparación.


Y aunque tenga que acabar con la vida gallinácea algún día pasaré sin comer huevo un mes aunque sea, lo juro por las gallinas.